Diabetes ocular y sus efectos sobre la visión

La diabetes provoca una alteración de los vasos sanguíneos y, como consecuencia, una disfunción progresiva de todos los órganos, incluyendo el ojo.

Remberto Escoto, jefe de la Unidad de Oftalmología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y de Conferencias Médicas y Telemedicina (Cedimat), explica que la disfunción más frecuente asociada a la diabetes es la retinopatía diabética.

Este problema ocurre cuando los vasos sanguíneos que nutren toda la retina se ocluyen, ocasionando isquemia, o se dilatan y dejan escapar fluido hacia esta.

El paciente diabético debe consultarse con un especialista anualmente.

“La retina es una capa de tejido nervioso que cubre la parte posterior del ojo. Los rayos de la luz que entran por la parte anterior a través de la pupila, se reflejan sobre ella y luego son transmitidos al cerebro donde se perciben como imágenes. Por supuesto, una isquemia o un fluido excesivo en la retina provocan una disminución de la visión”, señala Escoto.

Síntomas
En las etapas incipientes de la retinopatía diabética, es posible que el paciente no note alteración en su visión.
A medida que la enfermedad retiniana progresa, explica el especialista, se pueden notar algunos cambios como manchas o puntos en el campo visual, visión borrosa o disminuida, mala visión nocturna, cambios en la percepción de los colores, entre otros.

El especialista detalla que la retinopatía diabética se puede manifestar de dos formas: la no proliferativa y la proliferativa.

No proliferativa
La retinopatía diabética no proliferativa es cuando los vasos sanguíneos se dilatan y su contenido, ya sea sangre, lípidos, colesterol, entre otros, pasa a la retina.

Todo ese escape de contenido intravascular, se produce con mayor frecuencia en el centro de la retina, o sea, la mácula. Como consecuencia se acompaña de una pérdida de la visión central, la cual es progresiva y de no tratarla provocará una pérdida irreversible de la visión, advierte Escoto.

Proliferativa
A la retinopatía diabética no proliferativa le sucede un estadio proliferativo, el cual surge cuando muchos vasos sanguíneos de la retina se ocluyen.

Frente a esta insuficiencia de sangre, la retina responde creando nuevos vasos sanguíneos, los cuales son anormales. A este proceso se le conoce como neovascularización o proliferación, afirma el médico.

Esos neovasos no proporcionan el flujo de sangre adecuado. Son delicados y pueden sangrar dentro del ojo con mucha facilidad. Si el sangrado es pequeño es posible que se vean manchas oscuras y flotantes en el campo de la visión. Si la hemorragia es grande, puede bloquearla, permitiendo sólo ver la diferencia entre claro y oscuro.
En ocasiones los nuevos vasos sanguíneos se pueden acompañar de tejido fibroso, que pueden causar que la retina se arrugue o se desprenda de su posición normal.

Si el proceso de formación de neovasos continúa, se extienden hasta el iris (la parte que le da el color al ojo) y pueden interferir con el flujo normal del humor acuoso. La consecuencia es un aumento de la presión del ojo o glaucoma neovascular, indica.

Diagnóstico
El oftalmólogo asegura que la única forma de detectar la condición y de vigilar su evolución es a través de un examen ocular completo.

El cual incluye la confirmación de la agudeza visual. Después se debe realizar un examen con lámpara de hendidura.

Este instrumento consiste en un microscopio que se emplea para examinar con detalle la parte frontal del ojo: párpados, conjuntiva, esclera, córnea, cámara anterior, iris y cristalino. Posteriormente se instilan gotas para dilatar la pupila.

La finalidad es ver con detalle todo el fondo del ojo: retina, vasos y nervio óptico.

Tratamiento
El tratamiento no cura la enfermedad y muchas veces no suele restaurar una visión normal, pero, sin embargo, puede retardar la progresión de la pérdida de la agudeza visual.

Uno de los tratamientos más frecuentes es la fotocoagulación con láser. Consiste en emitir un rayo de luz a través de la córnea y el vítreo sin afectarlos.

Dicha luz es brillante y se enfoca finamente sobre la retina. Su aplicación reduce el edema macular y los vasos de neoformación, afirma el médico.

Más sesiones
Es posible que a medida que pasa el tiempo y durante el seguimiento de una retinopatía diabética, se puedan realizar más de una sesión de láser. Aun así en ocasiones es necesario asociar otros tratamientos para lograr mejores efectos.

En el caso del edema de la mácula, además, del láser se pueden emplear inyecciones de corticoesteroides y agentes antivasoproliferativos, dice Escoto.

Vitrectomía
“En casos donde exista hemorragia o desprendimiento de la retina, el tratamiento indicado es la vitrectomía. Este procedimiento consiste en extraer vítreo, el cual juega un papel de importancia en la retinopatía diabética.

Además, se extrae la sangre, las fibrosis que acompañan a los neovasos y que provocan el desprendimiento de la retina.

Recomendación
Personas con diabetes tipo 1, deben asistir a su consulta con un oftalmólogo dentro del período de cinco años de ser diagnosticado y después anualmente.

Con la tipo 2, en el momento del diagnóstico y después anualmente. Con diabetes gestacional, en el primer trimestre. El embarazo es una condición que puede acelerar una retinopatía diabética.

Médico analiza pérdida de la visión irreversible

La mácula es una estructura del ojo localizada en el centro de la retina responsable de la visión central, su degeneración es responsable de ceguera irreversible.

La pérdida de visión irreversible en el mundo occidental tiene una prevalencia del 11% en edades comprendidas entre los 65 a 74 años y del 28% entre los 75 a 85 años de edad, asegura el doctor Remberto Escoto, cirujano oftalmólogo.

La mácula es la que permite definir los detalles más finos, como la lectura, reconocer las caras de las personas, por lo que su deterioro supone una pérdida de visión importante. La degeneración macular es una condición que tiende a ocurrir en la edad avanzada, por lo que se conoce como degeneración macular asociada a la edad (DMAE), asegura.

Causales

“Aunque todavía se desconozca su causa, existen una serie de factores asociados a su desarrollo, como historia de antecedente familiar, enfermedad cardiovascular, hipermetropía, una dieta baja en nutrientes, antioxidantes y el tabaco, este último identificado como el factor de riesgo más relacionado. Sin embargo, hasta hoy no existen evidencias de que variando los factores de riesgo posibles de modificar (el tabaco y la dieta) se obtenga un efecto beneficioso”, sustenta el oftalmólogo.

Asimismo, afirma que el estadio temprano de la DMAE empieza con la aparición de manchas debajo de la retina. Estas, conocidas como drusas, son lesiones pequeñas y redondeadas y usualmente no se acompañan de cambios visuales. La mayoría de las personas con drusas nunca desarrollarán una pérdida de visión importante, aunque existe un número determinado de pacientes que pueden notar cierta alteración de la visión.

Escoto resalta que en el estadio tardío de la degeneración ocurren ciertos cambios que conducen a una gran pérdida de visión. “Es muy común que se inicie sólo en un ojo y que el paciente no lo advierta debido a que el ojo sano compensa esta disminución de visión”, dice.

Forma tardía

“Existen dos formas del estadio tardío de la DMAE. Cuando estas drusas de instauración temprana están presentes por mucho tiempo, pueden provocar el adelgazamiento de la mácula disminuyendo su funcionamiento. Esta forma se conoce como la forma seca, atrófica, o no neovascular. El resultado es la aparición de manchas en la visión. El médico refiere que aproximadamente 10 al 20% de los pacientes con degeneración macular seca, progresan a una segunda forma mucho más agresiva, que es la húmeda, exudativa o neovascular.

Esta forma húmeda es la responsable del 90% de la pérdida de visión severa que ocurre en los pacientes y está causada por crecimiento de vasos sanguíneos anormales en mácula, asegura el experto.

El ojo y la visión tricromática

Dr. Dionisio Charran

Unidad de Electrofisiología Ocular

Células fotosensibles llamadas fotorreceptores hacen que nuestro ojo sea un órgano sensorial. Estas células responden a ondas electromagnéticas de nuestro entorno y el ojo tiene una sensibilidad entre 380 y 740 nanómetros. A esta pequeña porción del espectro electromagnético le llamamos luz visible.

El color es una propiedad de la luz y existen varias fuentes. En realidad lo que vemos es una mezcla de colores.

Algunos conceptos son claves para entender la visión de colores y a la vez su alteración o deficiencia.

  • Matiz: Se refiere al color actual tal como lo conocemos en el arco iris, como es el rojo, naranja, amarillo, verde, azul, etc.
  • Luminosidad: Se refiere a la cantidad de luz; por ejemplo al medio día en un día soleado o a media noche sin una estrella visible.
  • Saturación: Se refiere a la intensidad del color, como es un metal al rojo vivo o un moretón.

Cuando la luz entra a nuestros ojos, es convertida en impulsos nerviosos y esta información es procesada en nuestro cerebro. La visión es parte física y parte percepción humana. La luz está afuera y el color es lo que percibimos luego de procesar la información.

¿Por qué la luz tiene diferentes colores?

La longitud de onda es clave, determina la refracción y el color de luz. Los colores del arco iris representan idealmente los colores de acuerdo a su longitud.

Las ondas largas corresponden al rojo, las intermedias al verde y las cortas al azul. El matiz por sí solo es visible cuando tiene una intensidad aumentada como es la intensidad del láser. Es decir, en la realidad, vemos combinación de colores.

La luz blanca del sol es la combinación de todos los matices de la misma intensidad. Una luz incandescente es la combinación con mayor intensidad en el espectro rojo (ondas largas). La luz cálida o amarilla es más al centro con ondas intermedias (o espectro verde) y la luz fría o blanca con ondas cortas o del espectro azul.

¿Cómo el ojo ve la luz?

Los fotoreceptores responden a la longitud de onda y luminosidad.
La respuesta se debe a pigmentos que poseen las células que le permiten iniciar un proceso bioquímico o la transducción del estímulo luminoso en impulsos nerviosos.

Tanto los bastones y conos presentan respuesta ante la presencia de luz, los bastones escotópica o de baja iluminación y los conos con iluminación de plena luz del día debido a sus fotopigmentos. Pero sólo los conos son capaces de diferenciar las diferentes longitudes de onda.

Existen tres tipos de conos, cuyo pico de sensibilidad coincide con las ondas largas (560 nm), intermedias(530 nm) y cortas (420 nm); también conocidos como rojo, verde y azul.

Los tres conos son sensibles al espectro completo de luz visible y es la base de la visión tricromática.

Referencias

HTTP//HYPERPHYSICS.PHY-ASTR.GSU.EDU/HBASE/HFRAME.HTMLHTTPS://WWW.KHANACADEMY.ORG/PARTNER-CONTENT/PIXAR/COLOR/COLOR-SPACE/E/COLOR-GRADING

Experto explica cómo evitar daño en los ojos por oclusión vascular

SANTO DOMINGO.-Diagnosticar a tiempo una oclusión vascular puede evitar daños en la visión de ambos ojos, según explicó el doctor Remberto Escoto, jefe de la Unidad de Oftalmología de los Centros de Diagnóstico y Medicina Avanzada y Telemedicina (Cedimat). De acuerdo con el doctor, si esta condición se identifica a tiempo se podría mejorar la visión o evitar que ocurran más problemas o que afecte al otro ojo, ya que a veces son oclusiones que ocurren en un sólo ojo, pero como la visión en el otro es buena la persona no identifica lo que le está ocurriendo. Durante las Conferencias Magistrales Dr. Juan Ml. Taveras, tituladas “Enfermedades vasculares de la retina y coroides”, el doctor dictó la conferencia Manejo del desprendimiento de la retina en las enfermedades oclusivas, en la que explicó que aunque esta situación se presenta con más frecuencia en personas mayores de 60 años, también ocurre en personas más jóvenes. “La causa principal de las oclusiones vasculares son precisamente las enfermedades que son muy frecuentes en el mundo, diabetes e hipertensión arterial. De igual manera, hay otras afecciones que pueden provocarlas como los estados de hipercoagulabilidad y enfermedades inflamatorias como la artritis reumatoidea o el lupus; anomalías hematológicas, como linfoma, leucemia; las enfermedades infecciosas (el herpes zóster, sífilis, virus de inmunodeficiencia humana, sarcoidosis) o condiciones propias del ojo, como el glaucoma, o incluso fármacos como los anticonceptivos o la vacuna contra la hepatitis B”, dijo. El oftalmólogo explicó que existen diferentes tratamientos para esta condición: los conservadores (medicamentos vía oral, inyecciones intraoculares) y otros que no, como la cirugía. Durante el evento se presentó la conferencia magistral “Abordaje intraarterial de la oclusión de arteria central de la retina”, a cargo del profesor japonés Kazuaki Kadonosono, Jefe del Departamento de Oftalmología y Microtecnología de Yokohama City University Medical Center (Kanagawa-ken, Japón). Además, el acto realizado en el auditorio del Centro Cardiovascular de CEDIMAT, contó con la participación de la doctora María José Capella, Coordinadora de la Unidad de Uveítis del Centro de Oftalmología de Barraquer (Barcelona), quien presentó el tema “OCT-A en retinopatía diabética y oclusiones venosas”. En la foto: los doctores Ariela López, María José Capella, Remberto Escoto, Mary Ann Hernández y Mariela Mejía

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